En varias ocasiones, en el transcurso de nuestras vidas nos vemos abocados a liderar ciertas situaciones sin pretensión de hacerlo. Es entonces cuando debemos poner a prueba nuestras capacidades para impregnar de motivación a las personas que comparten nuestro objetivo y que han depositado sus expectativas de éxito en nosotros: una gran responsabilidad no prevista, ¡adjudicada!

De repente, tenemos en nuestras manos la exigencia de responder satisfactoriamente a lo que se espera de nosotros, a lo que hemos proyectado que somos capaces de hacer… y la duda nos invade… ¿estamos preparados para hacerle frente y para conseguir el propósito? Inexcusablemente, ¡sí!

La esencia del liderazgo

La pista más clara de definición de líder es la identificación por parte de tu entorno, que tras haberte visto crecer y ser conocedor de tu éxito y superación ante diversas situaciones en tu vida, te considera una persona de referencia, que tiene la capacidad innata de escuchar, de empatizar, de motivar y de acompañar a las personas a conseguir sus objetivos vitales y profesionales.

El liderazgo adjudicado es una gran oportunidad para poner el foco en unas capacidades que quizá nos hubiera costado tiempo identificar, pero que maravillosamente nuestro entorno nos ha puesto en evidencia como potencial a desarrollar, crecer como personas y dedicar nuestro aprendizaje a mejorar, además de la nuestra, ¡la vida de los demás!