Me gustaría compartir con vosotros el caso de un proceso de coaching que acabó hace unos días y del cual me siento especialmente satisfecha. Hablaremos de C como el cliente/a que protagoniza esta historia.

C se puso en contacto conmigo antes del verano para concertar la sesión gratuita de coaching. Cuando entró por la puerta, después de saludarnos la tarde, lo primero que me dijo fue: «mira Pilar, tú eres mi última opción, estoy a punto de tirar la toalla. Llevo 7 años haciendo todo tipo de terapias (me explicó concretamente cuales) y no hay manera de mejorar mi estado de ánimo, estoy hecho/a una mierda!»

Resumiendo os diré que C se encontraba en una situación de agotamiento personal muy importante: no era feliz desarrollando su trabajo fruto de su emprendimiento; no disfrutaba de tiempo de ocio placiente, puesto que se pasaba el tiempo libre recluido/a en su casa donde tampoco se sentía a gusto; había perdido el contacto con sus amistades por dejadez y no tenía ningún interés en conocer absolutamente a nadie; tenía una relación complicada y poco satisfactoria con los miembros de su familia; estaba enfadado/da con el género contrario y, por lo tanto, no quería ni sentir hablar de tener una pareja, no cuidaba su alimentación, ni su sueño ni su físico y, por lo tanto, se encontraba mal de salud y, como consecuencia de todo, estaba invadido/da por unos sentimientos de frustración, de carencia de autoestima y de motivación que lo estaban llevando irremediablemente a sufrir un cuadro de depresión importante.

Pero como que C ya había sufrido esta dolencia en el pasado, en el fondo se resistía tanto como podía y quería encontrar una solución en su estado. Y empezamos el proceso de coaching. La primera sesión la dedicamos a hacer una «foto de presente», una valoración del grado de satisfacción en las diferentes áreas de tu vida para conocer cuál es tu estado actual. Es lo que denominamos el ejercicio de la «Rueda de la vida» entendiendo que la rueda metafóricamente es la que nos tiene que servir de ayuda para avanzar de forma saludable a la vida. El resultado de la sesión fue una rueda de la vida de C sin ninguna posibilidad de avanzar, la rueda estaba completamente bloqueada en su estado actual.

Bien pues, con una capacidad de resiliencia que siempre recordaré, C ha hecho un proceso de coaching «de libro», que le ha permitido transformarse en una persona vital, motivada, empoderada y con una gran confianza en ella misma. Cuando hicimos la sesión de cierre de proceso, ahora hace unos días, y repetimos el ejercicio de la rueda de la vida para comprobar cuál era su grado de satisfacción en el momento actual, se echó a llorar de alegría al ver el resultado de su gran rueda, que estoy segura de que ahora en adelante le permitirá avanzar y ¡conseguir con éxito todo aquello que se proponga!

¡Gracias C por el buen trabajo que hemos hecho!