Hace un tiempo os hablaba del liderazgo adjudicado, refiriéndome a los momentos que nuestro entorno nos elige naturalmente para liderar ciertas situaciones y lo hacemos, a pesar de no tenerlo previsto. Hoy, que el contexto económico y social que estamos viviendo nos obliga a enfrentarnos a cambios de transcendencia, me gustaría destacar el concepto de resiliencia en el proceso de liderar nuestra propia vida.

Cuando nos abordan acontecimientos no previstos en nuestra planificación vital, cuando chocamos con dificultades que nos superan, nos paralizamos. Luego vemos como todo aquello que nos motivaba desaparece y nos encontramos ante un callejón sin salida que nos hace descender precipitadamente y sin frenos por la curva del cambio.

Entonces, en un momento indeterminado del proceso, se activa el mecanismo mágico de la resiliencia, la maravillosa capacidad que tenemos las personas de enfrentarnos a las adversidades, sobreponernos, encontrar nuevas opciones y salir transformados de una situación que nos obliga a liderarnos en primera persona para seguir viviendo nuestra vida de la mejor manera posible.

Sólo depende de nosotros que el cambio nos inspire, nos motive a actuar de manera diferente para crecer como personas, preparadas para superar cualquier situación adversa. Me encanta el símil que hacen Forés y Jordi Jané en su libro cuando explican que el proceso resiliente es parecido a la creación de la perla dentro de la ostra. Cuando un granito de arena entra en su interior y la agrede, la ostra segrega nácar para defenderse y, como resultado, crea una joya brillante y preciosa.