La anticipación es la tendencia que tenemos las personas a generar fantasías de futuro, a creer que las cosas solo serán de una determinada manera, sea positiva o negativa.

Si anticipas en positivo, corres el riesgo de generar expectativas desconectadas de la realidad. Esto puede generarte una frustración tremenda, puesto que el resultado (la realidad) puede ser que no tenga nada que ver con lo que tú habías anticipado.

Por el contrario, si anticipas en negativo, te provocas un sufrimiento absolutamente innecesario asociado también a un derroche de energía a la hora de hacer todo este pensamiento.

Es totalmente improductivo anticipar situaciones adversas. De lo que se trata es de explorar este escenario de futuro: ver qué hay más allá y, después de obtener la información necesaria, tomar decisiones sobre las diferentes opciones que ves. Pregúntate: si las cosas no van bien, ¿qué alternativas tengo?, ¿qué planes de contingencia puedo preparar para poder vivir con más resiliencia lo que me puede venir?

La práctica del mindfulness puede ayudarte a aprender a explorar sin anticipar. Te facilita un estado de tranquilidad, desde el cual puedes mirar el futuro considerando los diversos escenarios posibles, explorar sus implicaciones, pero sin olvidar que el futuro es incierto y que la vida te puede sorprender. El mindfulness también puede ayudarte a vivir las sorpresas de forma creativa, puesto que las cosas no siempre son lo que parecen.

Así que, la próxima vez que te encuentres rumiando y encallado pensando en un tema del futuro, pregúntate: ¿estoy anticipando o explorando?