La fluidez es aquel momento en que consigues la conexión con todo lo que pasa a tu alrededor, de forma que evitas tomar riesgos innecesarios y sabes detectar las oportunidades de una manera muy clara para poderlas aprovechar.

El efecto de la pandemia nos ha dejado a todos muy tocados. Todas y todos lo hemos pasado mal, cada cual ha vivido sus propias experiencias, en diferentes aspectos, contextos, intensidad… Yo, también he estado víctima en diferentes sentidos y, a la vez, he ayudado a muchas personas que también lo han sufrido. Y, al final, todo ha sido un aprendizaje.

Una de las cosas que a mí me ha ayudado a salir adelante, a superarlo, y a recuperar el rumbo en mi vida, es la coherencia con la que vivo siempre y defiendo por encima de todo: la alineación con aquello que pienso, aquello que digo, y aquello que hago. Esto es lo que me conecta con el momento presente, lo que me hace fluir, lo que me hace estar predispuesta a ver las oportunidades que me va poniendo la vida por delante, y me hace estar atenta a los posibles riesgos para evitarlos.

Me gustaría explicarte una historia que creo que ilustra muy bien la fluidez.

Hace unos días, una clienta me envió un mensaje muy bonito y esto me transportó en el día que la conocí. Ella contactó conmigo a través de una amiga suya. Tenía ganas de hacer un proceso de acompañamiento, pero tenía un hándicap: vivía en Malta. Cuando me pidió si hacía consulta virtual, yo, en aquel momento, pensé: ¿de verdad?, ¿cómo puede ser?, ¡será que no hay países en el mundo! Por casualidades o causalidades de la vida, yo hacía poco que acababa de ligar un viaje a Malta para ir en una semana y media. Al final, esta sesión que en un primer momento se planteaba con un hándicap, acabó siendo una sesión presencial preciosa en la cafetería del hotel donde yo me estaba.

Y recuerda: fluyes cuando dejas de resistir y aceptas lo que ha ido pasando.