La mayoría de personas creemos que sabemos expresarnos. Y cuando la comunicación falla, habitualmente pensamos que es el otro el que no nos comprende, no sabe escucharnos o no le importa lo que le estamos explicando. ¿Cuántas veces lo has pensado?

Tal como dice una de las premisas de la PNL, la responsabilidad de la comunicación recae en el emisor, de forma que somos nosotros quienes nos tenemos que hacer ciertas preguntas cuando abordamos una conversación con el otro:

  • ¿Cómo conseguir que la otra persona entienda lo que estoy diciendo?
  • ¿Qué podría mejorar en mi forma de comunicarme?
  • ¿Qué es lo que no estoy teniendo en cuenta?

Para dar respuesta, os recomiendo repasar estos 5 factores clave para conseguir una buena comunicación:

  1. Preguntar lo que necesitamos saber o pedir lo que necesitamos sin esperar que el otro lo intuya. Una de las cosas que dificulta la comunicación es no preguntar lo que queremos o no pedimos lo que necesitamos, conjeturando que el otro lo intuirá o que el otro lo tiene que saber. Este “punto negro” es frecuentemente el inicio de muchos conflictos. Presuponer el conocimiento del otro puede dar lugar a los malos entendidos. Quizá es un poco de «presunción» por nuestra parte creer que el otro está pendiente de nosotros hasta tal punto que su sintonía es total y en todo momento.
  2. Generar un contexto adecuado para que el interlocutor comprenda de qué estamos hablando. A veces estamos conversando internamente y de pronto encontramos a nuestro interlocutor e iniciamos la conversación en el punto exacto dónde nosotros estábamos sin ser concientes de que para que la otra persona siga nuestro discurso requiere de un contexto previo para poder comprender lo que estamos diciendo.
  3. Generar un espacio donde los dos interlocutores muestren un interés auténtico por el otro. Para lograr que la persona tenga interés en conversar con nosotros, es fundamental que también nosotros mostremos interés por lo que la otra persona está expresando o sintiendo. A menudo no somos conscientes de que cuando la otra persona tiene la amabilidad de escucharnos y comprendernos también quiere ser escuchada y comprendida. Si no tenemos esta actitud reiteradamente, llegará un momento en que la otra persona desconectará o peor aún rehuirá el encuentro.
  4. Crear empatía para conseguir que la comunicación fluya de manera natural. Este es el factor de la flexibilidad, la capacidad de adaptación a situaciones nuevas. Cuando dialogamos si queremos que la conversación sea fluida, es fundamental que seamos flexibles, que busquemos nuevos enfoques y puntos de encuentro, adaptarnos y modificar nuestros mensajes en función de lo que la otra persona está aportando. Se trata de estar atentos a sus estados de ánimo, a como le está llegando lo que le decimos. Sus sentimientos nos conciernen y tenerlos en cuenta influirá positivamente en nuestra comunicación.
  5. Ser nosotros mismos, sin fingir ni representar un papel, para que la comunicación sea cómoda y auténtica. Tenemos que ser conscientes de que toda comunicación implica que estamos hablando de nosotros mismos, de quienes somos, de nuestros valores, de nuestra esencia. Toda comunicación es un acto de auto-revelación que requiere valentía. Cuando estamos fingiendo, cuando queremos aparentar que somos otros levantamos la desconfianza en nuestro interlocutor. Cuando fingimos hacemos teatro, no somos creíbles y hacemos que la interacción sea incómoda.